viernes, 10 de septiembre de 2010

Niños y deporte


Entre las noticias escalofriantes a las que los medios de comunicación nos tienen acostumbrados hay unas que a veces se disfrazan de hazañas, moviéndose en la frontera de la ambigüedad entre la gesta humana y la tortura más cruel (aquella infligida por quien precisamente debería ocuparse de nuestra protección). Me refiero a las “hazañas” deportivas protagonizadas por niños, como el niño que subió al Everest o la niña que en estos momentos da la vuelta al mundo en solitario en un velero. Ejemplos extremos de cómo no debe entenderse  el deporte en su práctica infantil.

La explotación de los niños en el deporte es denunciada en un completo documento titulado “Niños en competición”, publicado por la organización Save the Children y de lectura obligada para quien trabaja con niños en el deporte.

Es cierto que algunos casos descritos en dicho documento pueden resultarnos ajenos en una lectura superficial, sin embargo, si contextualizamos la información, nos encontramos con que en nuestra sociedad desarrollada, basada en la cultura del estado del bienestar, con los privilegios que la tecnología, el conocimiento y la abundancia de los recursos nos ofrecen, hay casos en los que el límite de lo aceptable se supera con creces. Todos conocemos algún caso e incluso lo hemos podido vivir directamente. Deportes como el fútbol, donde las expectativas económicas ciegan a veces el buen juicio de muchas familias, no son el único ejemplo. A veces, el ansia de ganar toca la vanidad de los adultos, sean progenitores o entrenadores, más allá de los intereses del niño y lejos del objetivo prioritario en esa época de la vida, formarse como persona antes que como campeón.

Me gusta esta reflexión que hace Joseba Barron en su blog senkirol:  La competición no forma personas, las pone a prueba. Saca la máxima capacidad física de cada uno y la evalúa en un listado por orden de llegada. Esto en los más jóvenes es un anacronismo. El deporte debe hacerte disfrutar y si no ganas debes reconocer y felicitar a quien te ha ganado. “Si yo entreno mucho y tú me has ganado, debes entrenar mucho más y te mereces esta victoria”.

Tengo la suerte de convivir, desde hace unos años, con un grupo de personas que trabajan con niños intentando transmitirles la pasión por el deporte, el deporte como parte integrante de su personalidad junto a otras muchas facetas, un deporte que sea fuente de salud y de satisfacciones y por qué no, una escuela de vida para ellos. Visto así, el pódium está muy bien, pero es un objetivo secundario. Como padre y como deportista, no lo puedo ver de otra manera.

Rafa

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